Evaluación del alcoholismo desde la psicología de la salud

  • noviembre 11, 2018
  • By Natalia Murillo
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El la actualidad hay una lucha por elevar el bienestar físico, psíquico y social de la población; dentro de las acciones para lograrlo se encuentran aquellas orientadas al desarrollo de estilos de vida saludables y el incremento de la calidad de vida. Dichos objetivos se relacionan con la lucha contra el sedentarismo, la obesidad, los hábitos tóxicos y las enfermedades crónicas.

Abordando la temática del alcoholismo encontramos que este es un trastorno biopsicosocial que requiere un enfoque especializado y multidisciplinario para el paciente y su familia.

Una atención integral implica el tomar en cuenta todas las acciones para garantizar la asistencia idónea al paciente alcohólico, el desarrollo de acciones preventivas, hacer posible el diagnóstico clínico epidemiológico precoz y apoyar al éxito en áreas de investigación.

El alcohol es una de las drogas de venta legal se consumen con más frecuencia en nuestro entorno sociocultural. El abuso del alcohol conduce al alcoholismo, que es una enfermedad crónica producida por el consumo prolongado y en exceso del alcohol y supone un coste personal, social y sanitario muy elevado.

El consumo incontrolado de bebidas alcohólicas interfiere en la salud física, mental y en las responsabilidades laborales, sociales y familiares. Es importante mencionar la repercusión del alcoholismo sobre la familia provocando desajuste en la dinámica familiar, separación conyugal, así como disgregación y degradación familiar.

La vida del sujeto se desarrolla en dos esferas: el entorno comunitario y el entorno familiar. La presencia de un alcohólico en estas dos esferas genera o dificulta las relaciones interpersonales, favorece la aparición de crisis en el medio social, desintegración familiar, problemas económicos, laborales y sociales, los cuales pueden influir en la aparición de las enfermedades psiquiátricas y en conductas de riesgo de salud. Se asocia fundamentalmente con el alcoholismo y otras adicciones, la conducta antisocial, el suicidio y predice la ocurrencia de desordenes mentales.

El impacto del alcoholismo en el entorno familiar no solo afecta a la pareja del alcohólico, sino también a los demás miembros del sistema familiar que frecuentemente se ven afectados cognitiva y  emocionalmente, al punto de dudar de sus intuiciones y observaciones y en ocasiones sus mecanismos defensivos adquieren dimensiones tan patológicas como las del enfermo.

La familia vive en un estado emocional de continuo estrés, falta de apoyo, de comunicación, amor y confianza. Existe una sensación de frustración continua, impotencia y desesperanza por la conducta del alcohólico y del codependiente -generalmente la pareja-  que reacciona ante la conducta del alcohólico de forma impulsiva y agresiva.

El alcoholismo, entonces, constituye uno de los problemas de salud pública más importantes, por lo que el desarrollo de programas de tratamiento eficaces es un asunto prioritario y relevante. Las clasificaciones diagnósticas tradicionales proporcionan escasa utilidad clínica desde el punto de vista aplicado por lo que una explicación bioconductual del fenómeno aporta una información relevante para la comprensión del problema y la planificación del tratamiento.

La primera fase de un estudio de revisión consiste en el establecimiento de un marco o distinción suficiente que permita reconocer inequívocamente el trastorno hacia el que se dirige la intervención terapéutica.
La última versión del DSM-IV incluye dos tipos de diagnósticos en el capítulo dedicado a trastornos relacionados con sustancias: los relacionados con el patrón de consumo de las sustancias (dependencia y abuso) y los que describen síndromes conductuales ocasionados por el efecto directo de la sustancia en el Sistema Nervioso Central (intoxicación y abstinencia).

El diagnóstico de abstinencia se alcanza mediante la aplicación de diversos criterios sintomáticos, conductuales y temporales. Se pueden dividir en criterios de dependencia física, criterios de consumo compulsivo y criterios de efectos adversos del consumo.
El DSM-IV establece que la dependencia puede subclasificarse en dependencia con y sin dependencia física, lo cual se indica por la tolerancia o abstinencia.

La CIE-10 ha seguido la línea del DSM-III-R en cuanto a la idea de dependencia pero introdujo el concepto de “Consumo perjudicial” que puede entenderse como una forma inicial de dependencia.

Los criterios de CIE-10 para la dependencia de una sustancia son muy similares a los de DSM-IV pero añade un criterio que hace referencia al comportamiento del anhelo o deseo.
Ambas clasificaciones diagnósticas describen el trastorno mostrándose explícitamente ateóricas aunque el modelo psicopatológico es el modelo médico. El tipo de información que arrojan no es suficiente para la comprensión del problema y la planificación de un tratamiento que debe basarse en el análisis funcional de la conducta y en la delimitación de las áreas de vida que han sido afectadas por el trastorno adictivo.
Una instrumento muy común que se utiliza en la evaluación es el AUDIT (Alcohol Use Disorders Identification Test) proyecto basado en un proyecto de la OMS de colaboración entre seis países (Australia, Bulgaria, Kenya, Mexico, Noruega y USA) y que fue  posteriormente estandarizado por Saunders y cols. 


Su objetivo era disponer de un instrumento capaz de detectar problemas no graves relacionados con el consumo de alcohol. Es un cuestionario autoadministrado que investiga los hechos del ultimo año y que consta de 10 preguntas. 

Las 3 primeras hacen referencia  a la cuantificación del consumo alcohólico (cantidad, frecuencia), de la 4 a la 6 comportamiento o actitud ante la bebida, de la 7 a la 8 reacciones adversas y las dos últimas problemas relacionados con el consumo de alcohol.  Las ocho primeras cuestiones tienen 5 posibles respuestas, que se puntúan de 0 a 4 y las dos últimas 3 posibles respuestas que puntúan 0-2-4. El rango es de 0 a 40.








Referencias.

Secades Villa, R., & Fernández Hermida, J. (2001). Tratamientos psicológicos eficaces para la drogadicción: nicotina, alcohol, cocaína y heroína. Psicothema, 13 (3), 365-380.     

Pretel-Olite M, González-Aguiar B, Machado-Guevara A, Fernández-López O, Toledo-Luaces Y. El alcoholismo y su repercusión: un enfoque desde la Psicología de la Salud. Revista Finlay. 2014. Disponible en: http://www.revfinlay.sld.cu/index.php/finlay/article/view/314

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1 comentarios

  1. ¡Bien! La información es adecuada, únicamente les recomiendo que hubiera sido buena idea que investigaran tests y pruebas psicológicas que evalúan las repercusiones psicoemocionales y sociales de consumo excesivo de alcohol.

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